Francis Lucille, Barcelona 2008.
Lo que permite este dar la bienvenida, este acoger, es el interés. El interés es
simplemente otra palabra para decir amor. No se trata de matar, se trata de permitir,
dejar ser. La razón por la que usamos esta forma de meditación, si queremos llamarla
así, es porque eso es lo que nuestra conciencia es. Nuestra verdadera naturaleza es
este acoger, este dar la bienvenida. La conciencia no dice no a nada, siempre está
permitiendo. Permite que las percepciones afloren y se sigan una a la otra. No juzga,
no intenta prolongar las cosas, ni suprimirlas. Así que meditando de esta forma, dando
la bienvenida, acogiendo, no situamos de una forma experimental como la conciencia.
Nos situamos como la conciencia y nada más. No como un hombre, o una mujer, un
cuerpo, un hijo, un padre, un jefe, un empleado.
Int: ¿Este situarse en la conciencia es algo que hacemos?
F. L: Nosotros somos siempre la conciencia pero no siempre somos la conciencia
sabiéndolo. En particular esto es así cuando creemos en otra cosa, o cuando sentimos
que somos otra cosa. Así que si creemos que somos un padre, una esposa, un hijo, un
marido, o si a nivel de sensaciones y sentimientos pensamos o sentimos que somos
este cuerpo, o que vivimos dentro de él que estamos localizados en el espacio y en el
tiempo. En estos momentos, de alguna manera, estamos escapando de la realidad de
nuestra verdadera naturaleza al identificarnos con algo que es una pseudorealidad,
una pseudoconciencia que en realidad es un conjunto de objetos que son percibidos
por la conciencia. Así que de hecho es muy simple.
Nuevo interlocutor: ¿Se puede creer que las falsas creencias proceden de la falsa
conciencia o pseudoconciencia?, y, en cambio, ¿sería falso creer en la conciencia
porque soy la conciencia?
Francis Lucille: Sí. No tenemos que creer en la conciencia, porque en este momento
estás escuchando estas palabras y eso que está escuchando estas palabras es lo que yo
llamo conciencia. La conciencia es aquella parte de tu experiencia que percibe, que
percibe los pensamientos, que percibe los sentimientos y las sensaciones corporales, y
que percibe el mundo a través de los sentidos. Es la misma realidad aquella que
percibe los sentidos, la mente, el cuerpo y el mundo. Y eso lo sabemos, no tengo que
demostrártelo porque se prueba solo cuando hablo.
La creencia de la que hablo es la creencia de que esta conciencia, de alguna manera,
está atada al cuerpo y que depende del cuerpo. Esa es la creencia de la que hablo.
Alguna gente también tiene la creencia de que quizá la mente, algo que también
describimos como el alma, es distinta del cuerpo. Alguna gente cree esto pero, aún así,
esa mente sigue siendo limitada. Igual que nuestro cuerpo físico no está localizado en
todas partes sino que está localizado en el tiempo y en el espacio, nuestra mente o
nuestra alma, no es infinita y no tiene acceso a la totalidad de los pensamientos.
Nosotros no tenemos acceso a los pensamientos de nuestro vecino. Así que la mente