Encuentro con Francis Lucille
Barcelona 2008
Transcripción de los diálogos
Francis Lucille, Barcelona 2008.
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Sesión 1
Francis Lucille: ¿Alguna pregunta?
Interlocutor: Entiendo que la realidad de mi experiencia es la conciencia pero, ¿cómo
puedo estar seguro de que mi realidad es también la realidad de todo lo demás? Que
es lo mismo con las montañas, el cielo, las nubes.
F. L: Tienes que entender profundamente, sentir, que no estás separado del resto, que
eres parte de ello. Por ejemplo, tu cuerpo está sometido a las mismas leyes de la física,
de la química, de la biología que el resto del universo. Y partiendo de esta
comprensión de que no hay una separación real entre tu realidad y la realidad del
universo, llegarás a comprender que estas dos realidades no son realidades separadas.
Porque si fueran realidades distintas, dado que hay una conexión entre ellas, al menos
eso quiere decir que debe ser parte de alguna otra realidad que incluye a ambas. Y
entonces esta realidad que las incluiría a las dos sería la verdadera realidad de ambas.
Sería la realidad última de cada una de ellas. Por lo tanto, la realidad última de mi
experiencia y la realidad última del mundo son la misma realidad.
Int: Eso es una pregunta que iba a hacer. ¿Cómo puedo saber que mi realidad es mi
realidad última?
F. L: Lo importante es la realidad última de tu experiencia. Y la realidad última quiere
decir la verdadera realidad. Y cualquier cosa que no sea esto es una pseudorealidad, es
decir, falsa.
La forma en como esto funciona es que escuchas estos argumentos, los oyes y, de
alguna manera, actúan como un solvente que disuelve el viejo sistema de creencias, el
sistema de creencias que nos hace pensar que somos una realidad separada, que hay
varias realidades. Y, en algún momento descubres que en la medida que estos
sistemas de creencias se disuelven, gradualmente, se va estableciendo un sentimiento
de paz que no puedes agarrar pero, lo que importa, es el resultado que produce.
Encuentras tu comodidad última, o tu comodidad última te encuentra a ti.
La causa del miedo, del sufrimiento psicológico, es la creencia en la separación. En la
ignorancia esta separación parece real y, a medida que vamos creciendo en sabiduría,
esta idea empieza a parecernos infantil, absurda e irrisoria.
Nuevo interlocutor: ¿Qué es lo que quieres decir exactamente por comodidad?
Francis Lucille: No estar siempre preocupados o molestos por algo que,
aparentemente, se nos escapa. No importa si te preocupas por algo siempre que no
Francis Lucille, Barcelona 2008.
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dure mucho. Y está bien preocuparse por una buena razón. Quiere decir, en ese caso,
que hay cosas o hechos que requieren una respuesta o acción adecuada. Pero una vez
que hemos hecho lo que había que hacer, lo que era requerido, esta falta de confort
mental, psicológico desaparece. Esto es muy distinto del malestar psicológico causado
por la ignorancia, por la sensación de ser separado. Porque este malestar, esta
incomodidad psicológica parece ser el trasfondo constante del que intentamos
deshacernos de él, todo el tiempo, a través del deseo o la búsqueda de placer a nivel
sensorial, psíquico. Estamos buscando siempre experiencias para escaparnos de este
malestar, de esta sensación de malestar. Una especie de daño inminente y que está ahí
siempre generando malestar.
Int: ¿Qué es eso?, ¿es nuestra inseguridad?
F. L: Sí, sí, también. El sentido de separación, la identificación con el cuerpo-mente. La
creencia de que soy un individuo separado, un prisionero de este cuerpo. Son sistemas
de creencias muy infantiles. Es muy frecuente que creamos que la mente es un
prisionero del cráneo, y concebir que la conciencia es en misma un subproducto de
la mente. Esta visión tan infantil que tenemos es un poco como las muñecas rusas que
encajan unas en otras, la grande es el cuerpo, dentro estaría la mente y, después,
dentro estaría el “yo”. Simplemente somos los prisioneros de aquello que creemos ser.
Y salvo esto somos libres.
Nuevo Interlocutor: A veces me ocurre que como me vienen pensamientos del pasado
u otros que los dejo emerger sin resistencia, me gustaría que hablaras un poco de esto,
de si hay alguna diferencia entre esto, dejarlos ser…
Francis Lucille: La supresión puede decirse que es intentar que surjan los
pensamientos, o bien una vez que han surgido intentar eliminarlos.
En el acoger, en el darles la bienvenida, permitimos que el pensamiento surja. No
intentamos hacer nada para prevenir que surja, y tampoco intentamos tomar medida
alguna para evitar que su vida acabe antes de que le llegue su hora. Simplemente
mantenemos el interés y cuando surge uno, dejamos que surja, y nos decimos “ah, qué
interesante”. No tenemos que creernos el pensamiento pero estamos interesados en
mirarlo, en observarlo. Y, a medida que el pensamiento se despliega, nos interesamos
en este despliegue, en ver cómo el pensamiento se expande por completo, exploramos
todos los rincones y peculiaridades que tiene, e igualmente mantenemos el interés
durante su muerte, su disolución. O sea que, de alguna manera, seguimos el
pensamiento pero no lo creemos. No creemos en lo que dice, en lo que parece que
está diciendo.
Igual que cuando estamos viendo una obra de teatro estamos muy interesados desde
el principio hasta el final, pero esto no implica que creamos profundamente que la
gente que muere en una escena se muere realmente.
Francis Lucille, Barcelona 2008.
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Lo que permite este dar la bienvenida, este acoger, es el interés. El interés es
simplemente otra palabra para decir amor. No se trata de matar, se trata de permitir,
dejar ser. La razón por la que usamos esta forma de meditación, si queremos llamarla
así, es porque eso es lo que nuestra conciencia es. Nuestra verdadera naturaleza es
este acoger, este dar la bienvenida. La conciencia no dice no a nada, siempre está
permitiendo. Permite que las percepciones afloren y se sigan una a la otra. No juzga,
no intenta prolongar las cosas, ni suprimirlas. Así que meditando de esta forma, dando
la bienvenida, acogiendo, no situamos de una forma experimental como la conciencia.
Nos situamos como la conciencia y nada más. No como un hombre, o una mujer, un
cuerpo, un hijo, un padre, un jefe, un empleado.
Int: ¿Este situarse en la conciencia es algo que hacemos?
F. L: Nosotros somos siempre la conciencia pero no siempre somos la conciencia
sabiéndolo. En particular esto es así cuando creemos en otra cosa, o cuando sentimos
que somos otra cosa. Así que si creemos que somos un padre, una esposa, un hijo, un
marido, o si a nivel de sensaciones y sentimientos pensamos o sentimos que somos
este cuerpo, o que vivimos dentro de él que estamos localizados en el espacio y en el
tiempo. En estos momentos, de alguna manera, estamos escapando de la realidad de
nuestra verdadera naturaleza al identificarnos con algo que es una pseudorealidad,
una pseudoconciencia que en realidad es un conjunto de objetos que son percibidos
por la conciencia. Así que de hecho es muy simple.
Nuevo interlocutor: ¿Se puede creer que las falsas creencias proceden de la falsa
conciencia o pseudoconciencia?, y, en cambio, ¿sería falso creer en la conciencia
porque soy la conciencia?
Francis Lucille: Sí. No tenemos que creer en la conciencia, porque en este momento
estás escuchando estas palabras y eso que está escuchando estas palabras es lo que yo
llamo conciencia. La conciencia es aquella parte de tu experiencia que percibe, que
percibe los pensamientos, que percibe los sentimientos y las sensaciones corporales, y
que percibe el mundo a través de los sentidos. Es la misma realidad aquella que
percibe los sentidos, la mente, el cuerpo y el mundo. Y eso lo sabemos, no tengo que
demostrártelo porque se prueba solo cuando hablo.
La creencia de la que hablo es la creencia de que esta conciencia, de alguna manera,
está atada al cuerpo y que depende del cuerpo. Esa es la creencia de la que hablo.
Alguna gente también tiene la creencia de que quizá la mente, algo que también
describimos como el alma, es distinta del cuerpo. Alguna gente cree esto pero, aún así,
esa mente sigue siendo limitada. Igual que nuestro cuerpo físico no está localizado en
todas partes sino que está localizado en el tiempo y en el espacio, nuestra mente o
nuestra alma, no es infinita y no tiene acceso a la totalidad de los pensamientos.
Nosotros no tenemos acceso a los pensamientos de nuestro vecino. Así que la mente